Se cumplen tres años del primer caso de COVID detectado en la Comunitat Valenciana
La
desaparición de las mascarillas en el transporte público -aunque su uso se
mantiene en centros sanitarios y sociosanitarios o farmacias- ha sido el último
paso hacia el restablecimiento de esa "normalidad" que se predió el
14 de marzo de 2020.
Las alarmas
saltaron un 19 de febrero de 2020 cuando un joven de Castellón que había estado
en Milán dio positivo de una enfermedad que, en realidad, ya se había cobrado
una vida seis días antes de un viajero que había llegado desde Nepal. Aquel
positivo inició una cadena de acontecimientos que acabaría con la suspensión de
todas las fiestas del calendario y la llegada de lo impensable, el
confinamiento masivo de la población.
Tres años
después del primer caso de coronavirus detectado en la Comunitat Valenciana -el
25 de febrero de 2020- y tras siete olas de una epidemia que deja 10.403
muertos y cerca de 1,6 millones de casos en esta región, se ha recuperado la
"normalidad" casi en su totalidad y la población convive con un virus
ya contenido gracias a medidas preventivas y la vacunación.
Expertos
consultados por EFE aseguran que la pandemia ha supuesto un "antes y un
después" para el sistema de Salud Pública, cuya estructura sería necesario
"reforzar" ante futuras crisis sanitarias, advierten de que hay que
estar "siempre vigilantes" por si llegan nuevas variantes del virus y
reconocen que "algo se va avanzando" respecto a la preparación frente
a potenciales nuevas crisis.
La
desaparición de las mascarillas en el transporte público -aunque su uso se
mantiene en centros sanitarios y sociosanitarios o farmacias- ha sido el último
paso hacia el restablecimiento de esa "normalidad" que perdimos el 14
de marzo de 2020, día en que se declaró el estado de alarma y comenzó un
confinamiento que duró 100 días, hasta el 21 de junio de ese mismo año.
Hemos vivido
desde entonces toques de queda, cierres perimetrales, restricciones como el
"pasaporte covid" para acceder a algunos locales o la suspensión de
actos, competiciones, conciertos o fiestas populares como las Fallas, la
Magdalena o Les Fogueres, que tres años después volverán a celebrarse sin
restricciones.
PRIMER
CASO Y PRIMER FALLECIDO EN LA COMUNITAT
En la
Comunitat Valenciana, el primer contagio oficial se confirmó el 25 de febrero
de 2020 en un joven de 32 años que, al regresar de un viaje con amigos de
Milán, presentó síntomas leves y acudió a urgencias del Hospital de La Plana en
Castellón, provincia donde residía.
A este caso
le siguió un goteo de contagios y, aunque al principio se pudo determinar la
trazabilidad de todos, en pocas semanas fue imposible hacerlo y comenzó la
primera de siete olas durante las cuales han estado presentes diversas
variantes del coronavirus y se han vivido brotes en colegios mayores, empresas,
centros escolares, hospitales o residencias de ancianos.
Siete días
después del primer caso positivo, la Comunitat confirmó el primer fallecimiento
por coronavirus de España y de toda Europa. Se había producido el 13 de febrero
en el hospital Arnau de Vilanova de València, en principio por una mala
evolución de un problema respiratorio de un valenciano que había viajado al
Nepal.
Tras ese
primer deceso se han notificado cerca de 10.400 muertes en la Comunitat, muchas
de ellas en residencias de ancianos y especialmente durante la tercera ola de
la pandemia (enero-febrero de 2021), ya que la administración de vacunas contra
la covid-19 acababa de comenzar.
VACUNACIÓN:
UN ANTES Y UN DESPUÉS
La
administración de vacunas contra la covid representó "un antes y un
después" en la evolución de la pandemia y el pinchazo que el 27 de
diciembre de 2020 recibió Batiste, de 81 años, fue el arranque de una
vacunación masiva en la Comunitat Valenciana, tanto en adultos como en menores.
En la
actualidad ya han sido administradas 11.271.000 dosis y hay casi 4,4 millones
de personas con la pauta completa y en algo más de 3 millones se ha
administrado la primera dosis de recuerdo, según los últimos datos del
Ministerio de Sanidad.
La
vacunación, que no estuvo exenta de polémica después de que algunos políticos
recibieran su dosis a pesar de no formar parte de grupos de riesgo, significó
un punto de inflexión en la pandemia, ya que su administración, junto a la
infección por covid, ha permitido alcanzar altos niveles de inmunidad en la
población, limitar su impacto y reducir las infecciones graves y las muertes
relacionadas con el virus.
TRES
AÑOS, "UN MUNDO" PARA SALUD PÚBLICA
La
subdirectora de Epidemiología de la Conselleria de Sanidad, Herme Vanaclocha,
advierte de que parece que "hemos llegado a una normalidad" pero hay
que estar "siempre vigilantes" por si aparecieran nuevas variantes
del virus y tuvieran que volver a tomarse medidas.
En menos de
24 horas "las personas dan la vuelta al mundo, pero los microorganismos
también", afirma Vanaclocha, quien en declaraciones a EFE subraya la
importancia que ha tenido la vacunación en la recuperación de esta normalidad.
"Parecen
tres años pero para nosotros ha sido un mundo, hay un antes y un después de la
pandemia para los trabajadores sanitarios en general, pero para los de Salud
Pública ha sido mucho peor", asevera la subdirectora de Epidemiología,
quien reivindica que este área "es también una parte del sistema
sanitario".
Confiesa que
los profesionales de Salud Pública se sienten "decepcionados" porque
se habla de crisis sanitaria centrándose en Atención Primaria y Especializada,
pero "nadie piensa que también hay que reforzar la estructura de Salud
Pública para que no se quede anticuada. La salud pública no se ve hasta que hay
problemas, pero también existe".
Por ello,
considera necesario reforzarlo y aumentar sus capacidades ya que, advierte, los
actuales profesionales se jubilarán "en poco tiempo" y no hay un
recambio generacional: "Nadie quiere venir, es un trabajo nada dignificado
y cobramos mucho menos que el resto de compañeros".
MEJOR
PREPARACIÓN ANTE NUEVAS CRISIS
El
epidemiólogo e investigador de la Fundación de Investigación Sanitaria y
Biomédica de la Comunidad Valenciana (Fisabio) Salvador Peiró considera que
tras este trienio "algo se va avanzando" respecto a la preparación
frente a potenciales nuevas crisis sanitarias y, en aspectos logísticos, hoy
tenemos reservas estratégicas de mascarillas, respiradores, fármacos y vacunas.
Según
afirma, aunque de forma "exasperantemente lenta", se va renovando la
configuración institucional de la salud pública española, pero está "menos
o nada avanzada" la "renovación y ampliación de sus recursos humanos,
que difícilmente podrán desarrollar las tareas que les impondrán los nuevos
reglamentos".
Señala que
la "normalización" nos devuelve a los problemas de salud
"normales" como las enfermedades crónicas no transmisibles
-insuficiencia cardíaca, broncopatías, diabetes, hipertensión o cáncer- y el
abordaje de determinantes de salud como tabaco, sedentarismo, alimentación o
desigualdades.
Asegura que
el abordaje de la cronicidad requiere un Sistema Nacional de Salud (SNS)
"potente y muy bien coordinado" que, sin embargo, está
"mostrando grietas" por muchos lados -atención primaria, salud
mental, listas de espera, desafección profesional...-, no solo por los
"recortes" durante la crisis económica o el estrés pandémico, sino
por "obsolescencia del diseño institucional".
A su juicio,
la "incapacidad" para abordar la transformación organizativa del SNS
(especialmente en un contexto de polarización política) supone un riesgo
importante ante cualquier nueva crisis sanitaria y, aun sin crisis, para la
salud de la población".
Y afirma que es "difícil resumir" un periodo que ha removido "todas las esquinas de nuestro mundo en múltiples espacios" y "tan rápidamente cambiante", en el que se ha pasado de un periodo prevacunación masiva y preómicron, "cuando la principal estrategia de protección de la salud era el distanciamiento social", hasta el periodo postómicron y la "normalización progresiva de la vida social".